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Aborto: capricho gorila y burgués







El pasado 8 de Agosto se celebró un nuevo “Día Internacional de Acción por las 2 vidas”, efeméride que conmemora el rechazo total del proyecto de legalización del aborto en el Congreso Nacional, luego de varios meses de intenso debate político y social. Lo sucedido aquél día de 2018 en la Argentina, fue un hecho histórico, signo de esperanza para todo el mundo que se unió bajo el lema “Salvemos las 2 Vidas”, superando así la falsa dialéctica del aborto que plantea salvar la vida de una u otra persona. Dos años más tarde pareciese que nada ha cambiado en materia de derechos, y no me refiero a los derechos que se buscan “ampliar”, sino a los derechos que son inherentes a las personas, por el simple hecho de serlo.





Es triste ver como en tiempos de pandemia, la doble moral de la progresía política te pide “quedate en casa para salvar vidas”, pero por detrás y sin disimulo redobla esfuerzos para implementar un protocolo de abortos no punible, perverso y sanguinario. Para ello, en plena emergencia sanitaria el gobierno ha invertido millones de pesos en compras de misoprostol para asegurar “la práctica esencial del aborto”.


En pocos meses, el sistema de salud se ha preparado “como nunca antes en la historia para hacerle frente al enemigo invisible”. Pero lo que parecía un prometedor eslogan de campaña, al poco tiempo dejó de relieve que nuestro enemigo invisible no era el virus, sino la hipocresía de nuestros gobernantes que declaran que lo “urgente es salvar vidas”, pero si una madre embarazada acude al hospital ante una emergencia se le niega la atención.


La negligencia en distintas jurisdicciones.


Hace pocos días, en “la ciudad de todos los argentinos”, una joven embarazada de la Villa 31 moría junto al bebé que llevaba en su vientre, ante la discriminatoria y negligente atención de la guardia del Hospital Fernández, por el simple hecho de venir de una villa infectada de coronavirus.

Otro desgarrador relato, sucedió en un hospital de Santa Cruz, donde un padre tuvo que oficiar de enfermero y recibir sin vida a sus hijas gemelas en el baño del hospital. Lo grave del hecho es que previamente habían acudido reiteradas veces a la guardia del centro de salud ante las fuertes contracciones de su esposa. En esta oportunidad el “Estado que te cuida” le dio la espalda a esos padres y un dolor para toda la vida, saber que sus hijas murieron por una negligencia evitable.


Evitable como cientos de casos que no salen a la luz. Hoy en la Argentina mueren más mujeres queriendo parir que deseando abortar. Porque los esfuerzos están en cumplir con el capricho gorila y burgués de un puñado minúsculo de porteños, que quieren imponer una realidad sesgada de ideología. Encima tienen el tupé de usar a los pobres para sensibilizar a la opinión pública, cuando los que menos tienen, los más desprotegidos, ABRAZAN LA VIDA, porque es lo más preciado que poseen.


Falsos derechos humanos


Encima, como si fuese poco, hay que soportar la injuria y descrédito de las autodenominadas “organizaciones de derechos humanos” que no pueden tolerar como hay ciudadanos de bien que acompañan, contienen y ayudan a mujeres embarazadas a tener a sus hijos, por la simple convicción del poder transformador que tiene una vida naciente para el mundo. En contraposición, prefieren volcar su verborragia en millonarios carteles en la city porteña pidiendo #AbortoLegal2020, dejando entrever sus verdaderas intenciones: montar un negocio millonario, que tiene como grandes beneficiarios a Casa FUSA y Fundación Huésped, socios locales de Planned Parenthood (la multinacional del aborto que hoy tiene más franquicias en el mundo que Mc Donalds).

Estas organizaciones son las mismas que estuvieron detrás de los casos más cruentos de estos últimos años: Paz, Esperanza y Faustina. Sus madres, a su joven edad, fueron forzadas a parir antes de tiempo, invocando el protocolo de “abortos no punible”. Las bebés tristemente han muerto a pesar de pelear durante días por su vida.


Un día que cambió nuestra historia para siempre


Desde hace dos años, cada 8 de agosto se celebra el triunfo de la vida sobre la muerte, y es el momento para reafirmar nuestro compromiso social para con la madre y su niño por nacer. Aquél célebre día de 2018 fue una gran epopeya, fue la muestra cabal que la Argentina Unida pueda lograr preservar sus valores más profundos como sociedad. El 8 de agosto, fue el puntapié inicial para que la sociedad civil dialogue con los dirigentes políticos, en la búsqueda de políticas públicas más humanas y superadoras al flagelo del aborto. Alegra saber que actualmente hay una representación en el Congreso, en los ejecutivos de algunas provincias y municipios que sueñan y trabajan por instaurar una cultura de la vida en nuestro país.

El 8 de agosto, despertó a miles de ciudadanos que entendieron que no hay mayor acto de amor que ponerse al servicio del otro, porque el futuro de la humanidad depende de nuestro empeño en cuidar estas dos vidas. Son el fundamento de todo derecho humano y la base para una sociedad justa y pacífica.

Porque sin vida no hay derechos y sin derechos no hay futuro. Es que el 8 de agosto, es esa fecha en la que podré mirar con orgullo a mis hijos y decirles: “ese día yo estuve ahí, por ustedes, por sus hijos, y por el futuro de esta gran Patria”.

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