Por Claudio Chaves

El Presidente de Chile se ha metido en un lío peligroso en el sur de su territorio. No para de hacer concesiones a los subversivos indigenistas que al final le van a incendiar la Araucanía. La estudiantina que se hizo cargo del gobierno del país hermano padece de una ingenuidad sin precedentes. La Ministro del Interior, Izkia Siches, cuyo nombre guarda cierta cadencia ¨originaria¨ lo cual habla de una tara familiar puesto que sus ascendientes no son aborígenes, decidió hacerles una visita a los violentos, asentados en la localidad de Temocuicui. Lo hizo acompañada de Marcelo Catrillanca, al parecer vocero de los insurrectos y padre de Camilo que murió baleado en un enfrentamiento con Carabineros, acusado de haber participado en un robo de autos a docentes de aquellos poblados. Al ingresar las autoridades, en zona tomada por los alzados, fueron corridos a tiros y la Ministro, ex militante del Partido Comunista, no halló mejor cosa que refugiarse en el destacamento de Carabineros en Ercilla. ¡Correspondía hacerlo! Los subversivos la corrían a tiros y las fuerzas del orden la protegían. Un mal trago para una mujer plenamente identificada con la progresía. La candidez del gobierno chileno no tiene antecedentes, el mismo Catrillanca se defendió de las acusaciones de haber llevado a la Ministro a una trampa al manifestar que todo había sido mal organizado por el gobierno Nacional, en la medida que la desconfianza de los indígenas es milenaria y el asunto no fue contemplado. Estudiantina al cuadrado.
Ya Izkia había metido la pata cuando al referirse a la Araucanía la denominó Wallmapu. ¿Se equivocó? Sí y no. Sí, porque desde la perspectiva subversiva se trataría de la creación de un nuevo país tomando una porción chilena y otra argentina de manera que una funcionaria de tal jerarquía no puede hacer uso de un vocabulario que involucra la soberanía Argentina. Y no, porque el gobierno chileno dándose cuenta del disparate aclaró que solo hacía referencia a territorio chileno. Debiera entonces emplear la palabra Gulumapu que remite a ese país, en el caso de negar el uso del castellano, que de eso se trata el gobierno de Boric, la Revolución de las Palabras: todos, todas, todes, género, pueblos originarios, interrupción voluntaria del embarazo, feminismo, igualitarismo, autopercepción. Todo jugado en el plano del vocabulario. Esta estudiantina que ha entusiasmado a muchísimos argentinos no es más que la expresión de una cultura global que se arroga la representatividad de minorías que en el caso de Chile ponen en riesgo la integridad de su país y que naturalmente puede contagiarnos.
Inmediatamente después de la balacera la Ministro, Camila Vallejo, afirmó frente a las cámaras de televisión y el periodismo que el gobierno ha iniciado la retirada del Wallmapu, utilizando nuevamente un término equivocado que a esta altura habla de la ignorancia de los nuevos funcionarios, esto es, ha decidido acabar con el Estado de Excepción y apartar a las Fuerzas Armadas del control y la salvaguarda del orden en la Araucanía y lo ha dicho justo cuando su Ministro fue atacada a balazos. Agregó que intentarán la vía del diálogo con los subversivos. ¿Se propone convencerlos que no roben camiones cargados de madera dirigidos a la exportación? ¿Qué no deforesten en territorios usurpados, dicho claro en ritmo ecológico, argumento trucho del indigenismo alzado en armas? ¿Los persuadirá que no cobren peajes y trafiquen drogas? Verdaderamente el actual gobierno chileno se ha transformado en un problema para la seguridad de nuestro país. De todos modos si Boric en algún momento comprendiera el error en que se ha metido, la República Argentina estaría allí para darle una mano, al menos el sector sano y equilibrado de los argentinos.
Desde el momento en que el Ejército chileno se vaya, la subversión indigenista considerará la retirada como un triunfo, aumentando la tensión de su lucha por la autonomía de la región como primer paso, para encarar en un segundo momento su independencia del Estado chileno y aumentar el conflicto en nuestro país. Las Fuerzas Armadas Argentinas y el Gobierno Nacional, se supone, ya deberían estar pensando en estos asuntos que inevitablemente nos salpicarán. Conviene tener en cuenta que aun en el siglo XXI sigue vigente la idea de Estado Nación y el riesgo de su desmembramiento geográfico y cultural.