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Consejo económico o contrato social








Cuando Cristina anunció su fórmula en mayo de 2019 quedó claro que la inestabilidad política, en caso de ganar, sería inevitable. ¡Y así fue! Tenemos un presente incierto.





Hay naturalmente cuestiones ideológicas. Alberto es un progresista ligth, o sea, un hombre afín a la socialdemocracia. Él mismo lo ha reconocido al identificarse como un liberal de izquierda, por lo tanto, asimilable tanto a la línea que Alfonsín trazó dentro del radicalismo como a Cristina en su versión más dura del progresismo, esto es un camporismo sin fierros. No obstante esas diferencias, que no son menores, han logrado constituir una alianza o un espacio en la cosmovisión izquierdizante que les ha permitido alcanzar el poder. Las coincidencias son por ahora mayores o más fuertes que las disidencias que están apareciendo. Entiendo que la fortaleza de esa alianza es proporcional al estrecho margen con el cual ganaron las elecciones y el escaso tiempo de ejercicio del poder.


Las desavenencias no pasan solo por cuestiones ideológicas, hay asuntos políticos y de poder. Y muchas veces pesan tanto o más que los otros. Y eso está ocurriendo.

Revisar la historia de nuestro país acerca de los líos entre Presidentes y Vices, por un lado, y entre jefes y vicarios por el otro, es una aproximación a entender el presente.

Va de suyo que la pandemia ha complicado la cotidianeidad a niveles jamás visto, sin embargo con Covid 19 o sin Covid 19 tengo para mí, que la ecuación no cambiará y el choque de todos modos sobrevendrá. Ya hay algunos indicios.


En la campaña electoral Alberto Fernández habló de crear un Consejo Económico y Social con los responsables más sobresalientes de cada área de la vida nacional, para “gobernar con todos” según decía. No le está resultando sencillo constituir ese espacio. Cristina y el kirchnerismo le cuestionaron los referentes que Alberto eligió para que lo acompañaran en el acto del 9 de julio como paso previo a una convocatoria más generosa.


El Presidente armó el escenario del 9 de julio, entiendo, como un adelanto de sus intenciones. Lo salieron a cortar de inmediato. Un artículo de Página 12 escrito por el periodista preferido de Cristina y la ponderación que de esa nota realizó la Vicepresidente dejó en claro, al menos por ahora, con quién no se puede construir acuerdos.


¡Pobre Alberto! Como dice la canción de Violeta Parra: ¨Para llamarse Alberto hay que ser bien albertío¨.


En la campaña electoral el periodismo especializado y naturalmente los políticos territoriales no vieron que el diablo estaba metiendo la cola.


¿En qué consistía esta diablura inadvertida? Veamos.


Primero, llama la atención la liviandad con que propios y extraños toman las palabras de Cristina. Si la Vicepresidente tiene una virtud esa es que habla con claridad, no oculta su pensamiento. Muy lejos está la señora de aquella famosa frase de Tayllerand: Dios nos ha dado el don del habla para ocultar el pensamiento. Por el contrario el don de la palabra en Cristina la muestra tal cual es.


Sea como fuere el asunto es el siguiente. En una de las tantas presentaciones de su libro, Sinceramente, Cristina habló de esta manera:


¨Permítanme decirles que es necesario algo más que un Acuerdo Social, se necesita un Contrato Social de todos los argentinos y argentinas.¨ Y nadie se dio cuenta de lo que nos estaba diciendo. Ahora parece descifrarse el misterio, que no estaba encriptado.


Para ejemplificar y justificar su propuesta puso como enseñanza el fracaso del Pacto Social de 1973 realizado entre dos colosos de la política y el capital, el general Juan Domingo Perón y su Ministro de Economía José Ber Gelbard. Estaba la CGT, pero en este caso no la nombró. Seguidamente contó el porqué de este fracaso y sorprendentemente, para los olvidadizos, narró el enojo de Perón aquel 12 de junio de 1974 con los empresarios incumplidores de los acuerdos. Lo dijo de una manera interesante pues aseguró, que “todos nosotros recordamos aun aquellas bellas palabras de Perón cuando por la tarde en la Plaza nos dijo: ¨llevo en mis oídos la más maravillosa música, que para mí, es la palabra del pueblo argentino¨”.


Sin embargo pocos se acuerdan, observó agudamente, que por la mañana el General estaba enfurecido con los empresarios que estaban boicoteando el Pacto. Sin decir porqué no pudieron cumplirlo, afirmó, Cristina: ahora necesitamos un Contrato Social.

¡Atención empresarios! La ex Presidente contraponía la idea de un Contrato Social al del Acuerdo Social. Lo que indica que para ella no es lo mismo.


Por lo tanto frente al fiasco de estos dos colosos, un Pacto no alcanza, ahora se necesita algo más fuerte y poderoso. Al que le puso el siguiente título: Un Contrato social de ciudadanía responsable.


¡Contrato Social y ciudadanos! Con cierta picardía se podría agregar que faltan Rousseau, Danton, Marat, Robespierre y estamos todos.


A la semana otro de los periodistas preferidos de Cristina, Horacio Verbitsky, volvió sobre el tema poniendo nombre y apellido a las ideas de Cristina, que es a no dudarlo quien baja línea, y Zaiat y Verbitsky se encargan de los subtítulos y el desarrollo. Este último criticó duramente a la CGT y a Héctor Daer, de manera particular, por haber realizado una reunión con la Asociación Empresaria Argentina. Sin decirlo evocaba los viejos conflictos del peronismo de antaño, como si en el mundo no hubiera pasado nada, entre la CGE y la UIA.


En el texto de Cohete a Luna, periódico fundado por ¨El Perro¨, en su editorial del 26 de julio, además de criticar a Daer como ya hemos dicho hay cosas que no quedan claras. O, dicho de otra manera, que podrían ser de dudosa veracidad. Pone en boca del Presidente en conversación telefónica con Daer, lo siguiente:


¨Te sentás con Rocca y Magnetto para apretarme a mí en la negociación de la deuda. ¿Qué buscás? ¿Enojar a Cristina?¨


Tan interesados como los empresarios está el poder político en la negociación de la deuda. No se entiende lo de la apretada. El gobierno de la soberanía nacional ha cedido desde el inicio de la negociación miles de millones de dólares. Lo que revela su voluntad de acordar. Si alguna vez nuestros vínculos con los organismos internacionales se los denominó ¨relaciones carnales¨ ahora hemos entrado a la etapa de ¨pegame y llamame Marta¨. ¿Está mal esto? Es muy difícil decirlo, es lo que un gobierno sumamente débil y poco creíble puede conseguir.


Otro tema difícil de creer es la frase ¿Qué buscás? ¿enojar a Cristina? ¿Alberto se mostraría así, de manera descarnada, frente a un dirigente gremial? De ser cierto estamos peor de lo que creemos. Tengo dudas. Parece que Verbitsky procura castigar más de la cuenta al Presidente. Finalmente en la nota señala a los actores del Contrato Social: pequeña y mediana empresa, movimientos sociales, la CTA y si quiere puede participar Daer. Estas ideas son tan antiguas y desafortunadas que anticipan el fracaso de la experiencia política. Excepto ocurra un giro insospechado.

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