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Cómo gobernar en 2024

Por Miguel Ángel Iribarne -

 

La Argentina vive en la hibernación económica desde, al menos, 2011. Acompaña a ello el hecho de transitar por la cornisa financiera desde 2018. Está claro que, en los últimos meses, nos hemos arrimado, además, a la catástrofe en el plano mismo de lo político-institucional. Y ello convierte a una nuestra dilatada decadencia en probable prólogo de la descomposición.


A los analistas políticos –profesionales o amateurs- nuestros clientes –formales o simplemente amicales- nos requieren mucho más que diagnósticos. Lo que les interesa primariamente son los pronósticos: qué va a pasar. Y esta demanda se vuelve particularmente aguda en un año electoral, en el que el grueso de las funciones electivas van a ser renovadas, tanto en la instancia federal como en las provinciales y municipales.


Va de suyo que las definiciones del orden nacional son las que importan de manera primordial, sobre todo en un país cuyas estructuras reales de poder se encuentran hoy bastante más centralizadas de lo que previó y deseó, en su momento, Juan Bautista Alberdi. Por eso abordaremos sumariamente las opciones que se abren a través de la captación del Ejecutivo o de eventuales mayorias en el Congreso, entendiendo que tales opciones determinarían, en lo esencial, la realidad política de 2024.


La primera opción a considerar sería la de un triunfo, aunque fuere escueto, del actual oficialismo, a través de cualquiera de las figuras que pudiere encarnarlo. Esta opción es, con los elementos de juicio de que hoy disponemos, improbable. aunque en manera alguna imposible. De cualquier modo, vamos a colocar el foco en la otra opción, aquella en la que resultaría victoriosa una fuerza totalmente extraña a la situación vigente. Dada la fluidez que todavía presenta el esquema de oferta política, en este caso los beneficiarios no sólo hay que buscarlos entre una pluralidad de precandidatos, sino aún en partidos, coaliciones o fuerzas diversificados.


Cómo se configuraría en este caso el sistema de poder real a partir de 2024? Es altamente probable que quien ocupe el Ejecutivo nacional carezca de mayoría propia en el conjunto del Congreso. Ahora bien, esta situación que podría ser pasajera y superable en condiciones manos dramáticas, se vuelve una espada de Damocles cuando para la viabilidad del pais corre tiempo de descuento. Y, en ese sentido, en qué campos se sitúan las reformas profundas –estructurales, como suele decirse hoy- sin cuyo abordaje es imposible pensar en la reversión de la decadencia argentina?


A nuestro juicio se trata de las reformas de la matriz productiva, fiscal, laboral, educativa, militar, política y territorial (sin que ésta enumeración suponga prioridad ontológica o cronológica). Para la Argentina de 2024 sólo se puede pensar en sobrevivir cambiando. Cambiando explícita y enérgicamente desde los primeros días de gestión. Frente a la puesta en marcha, o aun a la mera insinuación de dichas mutaciones, se activará una vasta y multiforme “cultura de la resistencia” que irá bastante más allá de las fronteras del Kirchnerismo. Pero entonces, , cómo llegar a disponer de la base política necesaria para adoptar este derrotero y superar la rebeldía previsible? ? Existen al respecto dos visiones que hoy aparecen contrapuestas pero no debería descartarse la posibilidad de que se convirtiesen en complementarias. Una pone al acento en los “consensos”. Sus clientes naturales son los sectores centristas o moderados del JxC y un área aún difícilmente precisable del Peronismo. Su ámbito natural es el Congreso. Por definición, consiste en una estrategia politica de naturaleza cupular. Su límite es la escasa disposición de amplias fracciones de la Clase Política a un cambio de envergadura. La otra concepción parte de una Presidencia de tipo “decisionista”, que reciba periódicas dosis de relegitimación para ciertas reformas esenciales mediante el uso de los instrumentos de la democracia directa o semidirecta autorizados por la Constitución. Se trata del “camino referendario”, al que nos referimos explícitamente en nuestro artículo anterior, y que busca conectar efectivamente a la conducción nacional con esa vasta y multiforme masa de la oblación que hemos definido como base sociológica de la Derecha popular. Esta última estrategia conduciría, como efecto colateral, a una más profunda transformación de la Clase Política, condición insoslayable del resurgimiento argentino.

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