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El Papa, el aborto, las mujeres y la pobreza

Un grupo de mujeres argentinas que viven en distintas villas y barrios populares le escribieron una sentida carta al Papa Francisco preocupadas por el proyecto que busca legalizar el aborto. El sumo Pontífice respondió a través de una misiva que envió a la diputada Victoria Morales Gorlieri. Aquí el intercambio epistolar.





Querido Santo Padre Francisco:


Es una alegría poder enviarle estas líneas y sentimos una inmensa gratitud al pensar que las está leyendo en este momento tan difícil que atravesamos en nuestra querida Argentina. Nosotras tomamos coraje para escribirle a raíz de la presentación del proyecto de legalización del aborto, que hiciera ayer nuestro presidente, y que nos vuelve a poner en alarma sobre el futuro de nuestras familias.


Somos un grupo de mujeres, la mayoría de nosotras vive en la Villa 31, Rodrigo Bueno y José León Suárez, y hemos armado un grupo humano muy lindo desde 2018 donde nos integramos con mujeres de otros barrios transformándonos en una especie de “red de redes”, la imagen más próxima es la de un tejido neuronal. Hacemos muchas conexiones a máxima velocidad para llevar adelante proyectos que impactan en nuestra realidad más cercana y en la de muchas familias, de manera orgánica, sin apoyo del gobierno ni de organizaciones políticas o partidarias.

Nos conocimos en 2018, a raíz del debate sobre la legalización del aborto, porque en varias villas alzamos la voz y organizamos encuestas (arrojando resultados de más de un 80% de vecinos a favor de la vida), manifestaciones y hasta declaraciones dentro del Congreso. Y fue mientras organizamos un Homenaje a la Vida en la 31-donde plantamos un árbol por cada chico que nació entre 2018 y 2019- que nuestra amistad se afianzó.



Al día de hoy somos mujeres que trabajan codo a codo para cuidar la vida de muchos vecinos: del bebé que está en gestación y de su mamá como así también del que nació está entre nosotros y necesita ayuda.


Tenemos tantas anécdotas como las que se pueda imaginar, este 2020 con la pandemia nos encontró trabajando para mantener tres comedores instalados de urgencia y sin ningún aporte estatal; donde en cada uno de ellos se le ofrece cariño y un plato de comida a 300 personas. Nadie nos pidió hacerlo, lo hacemos porque sabemos que nuestro aporte es importante y porque aunque a nosotras no nos sobra, lo que tenemos se comparte y multiplica.


Esta semana, escuchar al Presidente de la Nación presentar su propio proyecto de ley que busca legalizar el aborto, nos invadió un frio terror de solo pensar que ese proyecto va dirigido las adolescentes de nuestros barrios. No tanto porque en la cultura villera se piense en el aborto como una solución al embarazo inesperado (Su Santidad conoce bien nuestra manera de asumir la maternidad entre tías, abuelas y vecinas), sino porque está orientado a cultivar la idea de que el aborto es una posibilidad más dentro del abanico de métodos anticonceptivos y que inclusive las principales usuarias debemos ser las mujeres pobres.


Este nuevo estereotipo lo vivimos diariamente desde el 2018 en los centros médicos asistenciales instalados en nuestros barrios. Ante las consultas que hacemos en caso de embarazo nos hemos acostumbrado a que se nos ofrezcan abortos. Frases del estilo: “¿Cómo vas a hacer para criar otro hijo”? “En tu situación es irresponsable traer otro hijo al mundo” o “el aborto es un derecho, nadie te puede obligar a ser madre”, son la primera respuesta de los profesionales de la salud que nos atienden cuando llegamos al primer control.


Pensamos horrorizadas que si esto ocurre en la salitas y en los hospitales de Buenos Aires sin que exista una ley de aborto, ¿qué va a pasar con una ley vigente que le asegura a las chicas desde los 13 años un acceso irrestricto a esta práctica horrenda?


Nuestra voz, como la de los niños por nacer, nunca es escuchada. Nos catalogaron como “fábrica de pobres”; “vividoras del Estado” Nuestra realidad de mujeres que salimos adelante con nuestros hijos, es opacada y son otras mujeres, a quien nadie les dio representatividad, las que ahogan nuestras verdaderas posiciones sobre el derecho a la vida. Pero a nosotras, mujeres que le ponemos el cuerpo a todas las crisis, a nosotras no nos han escuchado. No nos quieren escuchar, ni los legisladores ni los periodistas. Si no tuviéramos a los curas villeros que levantan la voz por nosotros estaríamos aún más solas.


Es por eso que nos dirigimos a Su Santidad, con el deseo de pedirle que nos ayude a poder expresar ante la opinión pública que nos sentimos presas de una situación donde está comprometida nuestra propia familia, nuestras hijas adolescentes y las futuras generaciones, que van creciendo con la idea de que nuestra vida es la no deseada y que no tenemos derecho a tener hijos por ser pobres.


Le pedimos que nos ayude haciendo oír nuestra voz, seguramente lo escucharán con más atención de la que nos dan nuestros políticos.


Esperando con mucha Fe en Jesús Obrero, Maestro y Amigo y en la Santísima Virgen en las advocaciones de Luján y Caacupé, nos despedimos ofreciendo desde ya nuestra oración para que Dios le dé mucha salud y sabiduría.



22.11.20


Sra. Victoria Morales Gorlieri


Querida Vicky


Muchas gracias por su correo y por la carta de esas Señoras. Realmente son mujeres que saben lo que es la vida. Por favor, dígales de mi parte que admiro su trabajo y su testimonio; que les agradezco de corazón lo que hacen, y que sigan adelante. La patria está orgullosa de tener mujeres así.


Y sobre el problema del aborto tener presente que no es un asunto primariamente religioso sino de ética humana, anterior a cualquier confesión religiosa.


Y hace bien hacerse las dos preguntas: ¿Es justo eliminar una vida humana para resolver un problema?; ¿Es justo alquilar un sicario para resolver un problema?


Gracias por todo lo que hace. Por favor no se olviden de rezar por mí; lo hago por usted.


Saludos a su esposo y a sus hijos.

Que Jesús la bendiga, la Virgen Santa la cuide. Fraternalmente,

Francisco

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