Por Miguel Ángel Iribarne
Para Foro Patriótico
AUKUS: EL RETORNO DE LA ANGLOESFERA
Allá por las décadas del ’50 o el ’60, en el apogeo de la Guerra Fría, Occidente construyó un dispositivo tendiente a cercar al enemigo, por entonces, ruso-chino, mediante una serie de alianzas militares regionales: SEATO, CENTO, ANZUS, amén, obviamente, del papel decisivo de la NATO. Esta cadena se fue desarticulando en años sucesivos por la ruptura de algunos de sus eslabones y la reticencia de otros a asumir la totalidad de las acciones propuestas por Washington. Finalmente, la implosión de la URSS y la deriva de la China de Teng Xiaoping, parecieron volver obsoleto el dispositivo. Quedó en pie la NATO, encargándose –ciertamente- de nuevos y más amplios desafíos, generados básicamente por el yihadismo.

Sin embargo, la evolución de la gran estrategia china bajo la conducción de Xi Jinping, sumada a las dinámicas desatadas en el subcontinente indio como resultado del triunfo talibán en Afganistán, han actualizado los retos.
Por un lado, es incuestionable que, después de seiscientos años, es decir desde los viajes sin futuro del almirante Zheng He, China ha recomenzado a mirar al mar. El Pacífico y el Índico y, sobre todo, sus vías de interconexión, se tornan cada vez más prioridades estratégicas para la extroversión del multisecular “Imperio del Centro”.
Por otra parte, la casi inexorable atracción del nuevo Afganistán por parte de Pakistán e indirectamente de China, constituyen un violento llamado de atención para el gobierno nacionalista de Nueva Delhi.
A esto se suma el rápido deterioro de las relaciones entre Beijing y Canberra a partir del pedido australiano de investigar más rigurosamente el origen del Covid, pedido interpretado por los chinos como el inaceptable cruce de una tácita “línea roja”.
Este conjunto de circunstancias ha hecho madurar rápidamente la concreción de una pieza sustitutiva del agotado ANZUS, prescindiendo en este caso de la reticente Nueva Zelanda, pero incorporando formalmente al Reino Unido. Así ha nacido el AUKUS, que reúne ahora a Australia, Gran Bretaña y los Estados Unidos en un dispositivo de seguridad colectiva. El mismo incluye la posibilidad de que Australia adquiera submarinos de propulsión nuclear, nuevas capacidades de largo alcance para su aviación, ejército y armada, resultando inocultable la voluntad conjunta de contrarrestar la ingerencia china en la región indo-pacífica.
El AUKUS manifiesta un posicionamiento asertivo de lo que se ha llamado la “Angloesfera” (Anglosphere) cuyo núcleo está formado por la comunidad de países anglófonos, no debiendo olvidarse que integran su periferia países que fueron parte del Commonwealth, y en los que persiste cierta influencia de la cultura política inglesa, como –señaladamente- la India. Y la primera víctima de tal posicionamiento ha sido Francia, que ha visto frustrada su operación de venta de sumergibles a Australia. Leído de otra manera: la tendencia creciente que registra el mundo atlántico a soltar amarras con la Europa continental, acentuada luego del Brexit, lo que estimula en Alemania el crecimiento de las concepciones estratégicas euroasiáticas para satisfacción de Putin.
Se trata de un tema al que habrá que estar atentos, toda vez que la confluencia, en nuestro Sur, de los océanos Atlántico y Pacífico puede devenir en teatro de una serie de dinámicas de poder análogas a las que en la región del Índico y el Pacífico generaron el AUKUS.