Por Marcelo Adrián Edelstein
Había una vez una niña que había tenido la mala suerte de haber nacido en la cumbre de la oligarquía y con la piel hegemónica. Sus padres la llamaron Blancanieves porque eran de la decrepita derecha retrógrada.
Un día la madre falleció y el rey con su culpa de clase se hizo hippie aunque seguía siendo rey y tenía Osde. Entonces se casó con une persone autopercibida mujer que no toleraba a la blanquita hegemónica
La nueva reina decidió deshacerse de la pichoncita de oligarca. Pero en vez de hacerse cargo ella mandó a un pobre campesino muerto de hambre al que le ofreció un chori y una manaos.
Mientras tanto la princesa había conocido a un príncipe millenial deconstruido.
El millenial la convenció de vivir su vida como vegana, en el bosque, comiendo solo alimentos orgánicos y haciendo sus propias velas sustentables.
La princesa escapó y el campesino se quedo sin chori ni manaos. Como no tenia casa propia Blancanieves se acercó a unes persones de altura no alta y hegemónica y haciendo de progre cool les dijo que era mejor compartir todes su casita. Hasta las camitas les cagó la viva.
Viendo su derrota la Reina se disfrazó de influencer de Instagram y se acercó a la casita de la Milipili. Le dijo que la manzana que traía se podía usar para limpiar el centro de poder femenino y Blanca se la mandó. Inmediatamente cayó desmayada.
Les persones no altas se hicieron los tristes pero en realidad estaban felices de recuperar su casita. Así que agarraron a la casi muerta y la dejaron en el bosque en una cama de cristal.
El príncipe deconstruido pasaba todos los días preocupadisimo porque la princesa dormía y el no le había pedido permiso para darle el beso que la despertaría. Así que la dejó ahí, hasta que Blancanieves murió... Eso si, con su cuerpa y su decisión pura e inmaculada.
Y así termina la nueva versión de Blancanieves apta para millenials frágiles deconstruidos y personas no hegemónicas...