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La democracia no admite la censura

Por Claudio Chaves


Al parecer militantes del gobierno, amigos de ellos o gente que piensa parecido, crearon un sitio web con el objetivo de denunciar a intelectuales y políticos por su condición de conservadores o de derecha. No tuve acceso al sitio, de manera que mis referencias provienen de lo que ha informado el periodismo. Si fuera cierto que la pesquisa realizada consistió básicamente en publicar noviazgos, amistades e intimidades propias de lo que acostumbran a realizar los servicios de inteligencia, está muy bien su clausura. Ahora, si el cierre está vinculado a la información vertida sobre intelectuales, asociaciones, sitios web, foros o partidos por su condición de derecha, es un acto impropio de un país democrático.





¿Porque el Pro y los radicales no dejan que la izquierda y el progresismo denuncie a la derecha? ¿No forma parte del juego democrático definir y desenmascarar al enemigo? La derecha o el centro, como quieran llamarse, hacen lo mismo cuando denuncian al Foro de San Pablo como progres y náufragos de la caída del Muro de Berlín. Y además ponen nombres y apellidos. ¡Y nadie dice nada!


Estas conductas de políticos e intelectuales, políticamente correctos, revelan que en nuestro país se puede ser progre y recibir aplausos o críticas. Lo que no se puede es ser de derecha, conservador o liberal y que te lo digan, y que pongan tu nombre y apellido. Pareciera que la derecha es innombrable. No se confundan los supuestos democráticos que pusieron el grito en el cielo ante una información periodística, pasa que no quieren aparecer en el futuro como expresión de la derecha. Al clausurar el sitio progre, clausuran a la derecha también, Piensan en términos del contrario. ¡La derecha es la peste!


A la derecha argentina, republicana e institucionalista, le cabe el copete que Marat colocó en su diario, El amigo del Pueblo: Para luchar contra el Rey primero hay que ponerse de pie. En tanto la derecha sea mala palabra los progres seguirán gobernando.


No se achique don Enrique. Dice el dicho

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