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La educación en el año XIII

La Sociedad Patriótica o Logia Lautaro -como se la llamaba en el Río de la Plata- tenía mucho para decir en materia educativa y lo dijo, sin cortapisas ni subterfugios. En un pequeño escrito aseguraba que la instrucción de la juventud es una de las bases más esenciales de la sociedad humana, sin ella los pueblos son bárbaros, esclavos y cargan eternamente el duro yugo de la servidumbre, pero a medida que los hombres se esclarecen, conocen los derechos y los del orden social, detestan la esclavitud, la tiranía y el despotismo, aspiran a la libertad y al fin lo consiguen con medidas sabias y prudentes. Más adelante desarrollaba la idea de cuales son los mejores gobiernos, respondiendo enfáticamente que son aquellos que defienden los valores republicanos y democráticos, en el que manda el pueblo por medio de sus representantes o diputados que elige. Y es esta la mejor manera de borrar los horrores del despotismo y la arbitrariedad.





Naturalmente estas ideas nacían del espíritu revolucionario de la época que se daba de bruces con los principios del absolutismo fernandino. Por eso frente a estas ideas, los conservadores españoles contestaban que los pueblos no podían gobernar, por la confusión que produce ese monstruoso gobierno en el que todos quieren mandar en multitud de opiniones.


Respecto del orden que desde antaño se lograba en las escuelas por medio de azotes, la Asamblea dictaminó la prohibición de esa práctica bárbara cuyo castigo es excesivo y perjudicial, pues los niños se educan para ser ciudadanos libres y no para ser abatidos, vejados y oprimidos por la imposición de una pena corporal tan odiosa y humillante de modo que estas prácticas quedan proscriptas obligando al Cabildo a cumplir dicha disposición. Advirtiendo que los maestros o preceptores que continúen con esas prácticas salvajes aún después del presente decreto serán privados de su oficio y castigados como infractores. Aconsejando usar en su lugar estímulos decentes del honor y la emulación en sus discípulos, con otras correcciones que no sean penas corporales aflictivas y denigratorias.


De esta forma daba comienzo una nueva escuela, más cercana a la modernidad, a la justicia y a la dignidad. La Revolución Norteamericana, la Francesa y finalmente la Iberoamericana no transcurrían en vano dejban para siempre su impronta de libertad.

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