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La internacional progresista y el gobierno argentino







Los medios de comunicación social ignoraron olímpicamente una noticia cuyo conocimiento ayuda a explicar las recientes idas y vueltas gubernamentales en torno a la situación venezolana. La primera cumbre virtual de la flamante Internacional Progresista, un foro integrado por personalidades políticas e intelectuales con el ambicioso objetivo de aunar los esfuerzos de fuerzas de izquierda ideológicamente afines en los cinco continentes, formuló días pasados un dramático llamado para enfrentar al “avance de la derecha” a escala mundial.

“Es hora que los progresistas del mundo nos unamos”, sostiene la declaración fundacional del nucleamiento, en obvia evocación del mítico “¡Proletarios del mundo, uníos!” con que Carlos Marx y Federico Engels cerraron su célebre Manifiesto Comunista de 1848, que constituyó la base de la efímera Primera Internacional. La IP busca distinguirse “por izquierda” de la Alianza Progresista, denominación asumida en 2013 por la Internacional Socialista que agrupa a los partidos socialdemócratas, a los que estos “progresistas” cuestionan por su aceptación acrítica del modelo capitalista.

Entre los promotores de la iniciativa, se encuentran el pensador de izquierda estadounidense Noam Chomsky, la ensayista canadiense Naomi Klein, el filósofo croata Srécko Horvat y la escritora india Arundhati Roy. Entre los dirigentes políticos, sobresalen el dos veces frustrado precandidato demócrata a la presidencia estadounidense Bernie Sanders, el ex Ministro de Economía griego, Yanis Vafakis (líder del Movimiento de Democracia en Europa), la primera ministra de Islandia, Katrin Jajkobsdóttir, y la ex alcaldesa de Barcelona Ada Colau.

La nómina incluye a conocidos personajes latinoamericanos, entre ellos el ex presidente ecuatoriano Rafal Correa, el ex vicepresidente boliviano Alvaro García Linera, el derrotado candidato presidencial del Partido de los Trabajadores de Brasil Fernando Haddad, el ex canciller brasileño Celso Amorin y el diputado chileno Giorgio Jackson, del Partido Revolución Democrática. También aparecen tres actuales postulantes presidenciales de la región: el boliviano Luis Arce, patrocinado por Evo Morales, el ecuatoriano Andrés Arauz, respaldado por Correa, y el colombiano Gustavo Petro, un ex guerrillero y ex alcalde de Bogotá.

La notoriedad de estos personajes no disimula su condición de “ex” ni su actual lejanía con el poder. Entre los escasos funcionarios gubernamentales, además de Jajkobsdóttir, que integran esa nómina la Ministra de la Mujer, Género y Diversidad de la Argentina, Elizabeth Gómez Alcorta, que está acompañada por la renunciante embajadora argentina en Rusia, Alicia Castro, y el embajador en la OEA, Carlos Raimundi.

David Adler, coordinado de la IP, explica que “a diferencia de las anteriores internacionales, la IP no se limita a un tipo de organización o a un tipo de lucha. Los partidos políticos no tienen el monopolio de la organización política y una internacional del siglo XXI debe reflejar la diversidad de asociaciones en nuestras vidas. Por ello, la IP tiene como objetivo reunir a todas las fuerzas progresistas - desde los sindicatos hasta las organizaciones de inquilinos, hasta los movimientos de liberación y las publicaciones clandestinas - para construir un frente común”.

Los teóricos de la IP alientan una renovación del pensamiento de izquierda, al que buscan insuflar una fuerte impronta ambientalista, acorde con una demanda global en ascenso entre los jóvenes. Sostienen también que los cambios tecnológicos promueven una transformación de los sistemas productivos y una fragmentación de la sociedad que desdibuja las viejas estratificaciones sociales descriptas por Marx y simplificadas en el antagonismo entre la burguesía y el proletariado.

En esa visión, la opción revolucionaria ya no está encarnada en la clase obrera como sujeto histórico, sino en una amplia y heterogénea diversidad de nuevos “colectivos” dispersos que padecen las desigualdades y discriminaciones propias de la época. Las reivindicaciones del feminismo (particularmente la lucha por la legalización del aborto), de las minorías sexuales (en especial el matrimonio igualitario), de los grupos indígenas, de los inmigrantes africanos en Europa y demás expresiones socialmente marginadas constituyen los materiales que sería necesario amalgamar en una acción conjunta.

En su exposición en ese encuentro virtual, Chomsky señaló que “la Internacional Progresista se lanza en un momento único de la historia de la Humanidad, con una confluencia de crisis de extraordinaria gravedad. La historia futura, de hecho el destino de la especie, estará determinada por la forma en que nos enfrentemos a ella. Los medios están a mano. La misión de la Internacional es verdaderamente histórica”.

En demostración de su defensa de los derechos de las minorías raciales y de su respaldo al empleo de métodos de acción directa, los dirigentes de la IP respaldaron a los autores de los los disturbios en las ciudades estadounidenses en repudio contra la represión policial a ciudadanos afroamericanos. Ante las acusaciones de Donald Trump, quien calificó a los manifestantes de “anarquistas”, Harry Halpin, uno de los cofundadores de la organización, replicó que “el papel histórico de los anarquistas es apoyar los movimientos espontáneos y la auto-organización de la Humanidad contra el reinado de la violencia estatal. Todos deberían estar en las calles, construyendo alternativas descentralizadas. Estoy orgulloso de ser anarquista contra el fascismo”.

Igualmente radicalizada fue la postura asumida por la abogada guatemalteca Renata Avila, otra dirigente de la IP, especializada en derechos humanos, quien lisa y llanamente llamó a “abolir las prisiones, desmantelar el Estado carcelario y poner fin a la supremacía blanca que la ha sostenido en Estados Unidos y en todo el mundo”. En idéntica dirección cabe inscribir el apoyo de Jackson a las violentas movilizaciones contra el gobierno chileno de Sebastián Piñera y a la toma de tierras realizadas por grupos mapuches en el sur trasandino. Esa postura ayuda a entender la razón de la presencia en la IP de Gómez Alcorta, ex abogada defensora de la dirigente jujeña Milagro Sala.

El encuentro virtual de la IP reveló que su atención está centrada América Latina. Uno de los paneles abordó el tema “Lawfare y la lucha por la democracia en América Latina” y sirvió para denunciar la “persecución política” contra ex presidentes como Correa en Ecuador, Lula en Brasil y Cristina Kirchner en la Argentina. También se impulsó la creación de un Observatorio Electoral para fiscalizar los comicios presidenciales de Bolivia, Ecuador y Colombia para prevenir eventuales maniobras de fraudulentas contra Arce, Arauz y Petro. En cambio, el tema de Venezuela brilló por su ausencia en las deliberaciones.

En relación al interés de la IP en la problemática latinoamericana, el brasileño Amorín, ex canciller de Lula, destacó que “algunas ideas están siendo tomadas en la región por grupo Puebla, que está recobrando peso con la presencia del presidente Alberto Fernández”. Esa afinidad tuvo expresión en la reunión pública celebrada semanas atrás entre representantes de ambas organizaciones, en la que expuso, entre otros, la politóloga argentina Cecilia Nicolini, ex coordinadora general del Grupo Puebla y actual asesora presidencial. A propuesta de Castro, la próxima reunión de la IP tendrá lugar en 2021 en Tierra del Fuego. Los comentarios huelgan.

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