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La nueva música popular


Elvis Presley había dejado de cantar y contornearse en 1958 para marchar al ejército. Volvió en el 60’ pero ya no fue lo mismo, sin embargo había dejado un recuerdo tan fuerte que no pudo ser olvidado jamás.




Aquí en la Argentina el rock hacía furor a través de las películas de él y de Bill Haley, quien nos había visitado en el 58’, en plena presidencia de Frondizi, al igual que Paul Anka y Chubby Cheker. Era imposible desentenderse de la vorágine juvenil que abrazaba a occidente en una época de apertura al mundo y a los EE.UU.

Sin embargo una duda nos asaltaba en la tierra del tango ¿realizaríamos una copia de esos ritmos o seríamos capaces de argentinizar la música que nos llegaba? El cinematógrafo hollywoodense ejercía una influencia cultural muy grande pero con la masificación de la TV en los 60’, la producción nacional tuvo mayores posibilidades.

Fue precisamente este medio el que en noviembre del 62 puso en el aire un programa que sin proponérselo o sí, realizó un extraordinario esfuerzo por nacionalizar el rock. Un año antes en la RCA Víctor se presentó un muchacho llamado Alberto Soria a realizar una prueba “en ella canté Zapatos de gamuza azul, cuando iba por la mitad uno de los directores, Víctor Buchino, me interrumpió para decirme ¿tiene algo en castellano? Le respondí que tenía un tema mío y canté rock del Tom Tom. Este tema es considerado el primer rock’ n’roll argentino”

El nombre de Alberto Soria fue transformado en Jhony Tedesco y nació la versión criolla de Elvis. Era una transición. Nombre y estética gringa, apellido y letras criollas. Otro de aquellos muchachos fue Palito Ortega, de él comentó Ricardo Mejía, un ecuatoriano radicado en Los Ángeles que vino a la Argentina a dirigir la RCA y descubrir nuevos valores: “Lo que más me gustó de Palito fue que no trataba de imitar a nadie, su rock era original y nacional”

El Club del Clan vino a demostrar que el rock criollo tenía público, vendía y dejaba buenos dividendos. Desde ese momento se puso en marcha una actividad que no se ha detenido aún. Un camino de creación nacional, capaz de hacer vibrar a la juventud al compás de ritmos y músicos argentinos. Todo este movimiento fue en paralelo al boom del folklore en un proceso de argentinización de la juventud urbana. Caminos que construyeron la cultura del país.

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