top of page

Mapuches: un conflicto ajeno a la historia de los vínculos entre indígenas y conquistadores

Por Roberto Azaretto


A los actos terroristas que tienen lugar en las zonas cordilleranas de Neuquén, Río Negro y Bariloche, se suman las declaraciones de altos funcionarios y del propio Presidente de la Nación abdicando de funciones básicas del Estado como la de dar seguridad y defender la integridad territorial de la Nación. Es del caso recordar que durante el gobierno de la actual vicepresidente de la República, por primera vez en nuestra historia se cedió soberanía al permitir la instalación de una base extranjera en territorio nacional, la base espacial china.


Sobre los conflictos ocurridos desde la llegada de los conquistadores españoles y la colonización de estos territorios, se han dicho, con liviandad y frivolidad, muchas falacias, en particular sobre las políticas promovidas por los gobiernos posteriores a la independencia y más acentuadas aun en referencia a la campaña preparada y ejecutada por el general Julio Argentino Roca, cumpliendo leyes votadas por el Congreso Nacional.


La Argentina tuvo una importante población amerindia en el noroeste, en particular en la Mesopotamia santiagueña y los valles precordilleranos andinos y en Cuyo. Población en general agricultora. Otros grupos considerables estaban en las riberas de los grandes ríos del Litoral y del Chaco.


En cambio era muy escasa la población nómade de las llanuras pampeanas y la Patagonia. Buenos Aires, luego del incendio provocado por los querandíes, no sufrió agresiones en los 5 años posteriores hasta que fue abandonada.


Los enfrentamientos duros en los tiempos de la conquista tuvieron lugar en los valles calchaquíes con varias guerras sangrientas durante el siglo XVII y los poblados cercanos al Chaco. Es que la difusión del caballo y el arribo del ganado europeo, vacunos, ovino y caprino significó un botín para las tribus y el caballo posibilitó ampliar el radio de acción de sus correrías.


Durante el dominio de la Corona española fracasaron las fundaciones en la Patagonia. Sólo sobrevivió Carmen de Patagones. Misiones de los jesuitas en Río Negro y Neuquén fueron destruidas y los misioneros asesinados. El lago Mascardi lleva el nombre del padre Mascardi, fundador de una misión en las cercanías de Bariloche, asesinado en 1698. Igual suerte corrieron otros jesuitas en intentos posteriores.

El incremento de población en la campaña bonaerense, el cambio paulatino de una ganadería silvestre, buscando los ganados cimarrones, por una ganadería de cría, que lleva al establecimiento de las primeras estancias, ocasiona conflictos en el siglo XVIII en la campaña de Buenos Aires. Se crea el cuerpo de Blandengues y se erigen fortines en Mercedes, Lobos y Chascomús. Se ha iniciado el proceso de araucanización de este lado de la cordillera. Son pueblos sin parentesco con las tribus de este lado.

A partir de 1820, entran malones dirigidos por oficiales españoles refugiados en el sur de Chile, que establecen alianzas con tribus araucanas. En 1820 atacan Pergamino, Salto y Rojas, al grito de ¡Viva Fernando VII! También Miguel Carrera, en su campaña anarquista, asuela nuestro territorio con tribus chilenas.


Entre esos realistas sobresalen los hermanos Pincheira, que establecen su base de operaciones en Malargüe. Recién serán vencidos en 1831 por un ejército chileno de dos mil hombres al mando del general Bulnes que cruza la cordillera para batirlos.


El avance de la Frontera


Antes de 1810 el Marqués de Sobremonte inicia un avance paulatino al sur. Son el resultado de esa iniciativa las fundaciones de los fuertes de San Rafael en el sur mendocino y de la Carlota y Río Cuarto en Córdoba. El primer pueblo traspasando el Salado es creado por el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón. Durante la gobernación de Martín Rodríguez se construyen fuertes en Tandil y Azul y estancieros como Ramos Mejía habían cruzado el Salado con acuerdo con los caciques.


La Campaña de Rosas es incompleta, el general Pacheco llega a la confluencia de los Ríos Neuquén y Limay, pero no se dejan guarniciones permanentes ni tampoco sobre el Colorado. Rosas ha permanecido en el campamento de Bahía Blanca, sus órdenes son claras: indio argentino prisionero, a las estancias para que aprenda a trabajar; indio chileno apresado: ejecutado.


La decisión de Rosas de admitir el ingreso de Calfucurá, emigrado de Chile por su colaboración con los realistas, nadie la ha podido explicar. Al poco tiempo de radicarse en Carhué, ejecuta la matanza de tehuelches y de borogas, tribu también proveniente de Chile llegadas a la Argentina unos años antes. Algunos de los sobrevivientes no dudarán, años después, en colaborar con las tropas argentinas en sus combates contra el señor de Salinas Grandes.


Rosas en su segundo gobierno implementa el “negocio pacífico”: comprar seguridad a cambio de provisiones y regalos. Periódicamente parten caravanas con ganado vacuno y caballadas, yerba, tabaco, aguardiente, uniformes, algo de dinero. Se evitan grandes malones en Buenos Aires, persisten los pequeños y algunos grandes en las provincias vecinas.


Las guerras civiles llevan a algunos oficiales derrotados a refugiarse en las tolderías como fue el casos de Manuel Baigorria y el de los hermanos Saá, del bando unitario. Desertores, matreros y negociantes pululan en los toldos. Calfucurá recibe los diarios de Buenos Aires y tiene escribas para leer y redactar su correspondencia. Muchos de esos blancos participan en los malones como lo harán algunos caciques junto a las fuerzas del gobierno.


¿Genocidio?


El escritor anarquista Osvaldo Bayer instaló la idea de un genocidio, verdadera banalización de una palabra que describe horribles masacres para eliminar a un pueblo por su raza o por su fe.


Mal se puede hablar de genocidio cuando hubo combates feroces y victorias indígenas sobre ejércitos mandados por el gobierno como sucedió con columnas al mando del general Hornos y otra con la jefatura de Mitre.


En la batalla de San Carlos de Bolívar, en marzo de 1872, el general Rivas enfrentó a Calfucurá, con una división de 695 soldados y 940 indios conducidos por los caciques Cipriano Catriel y Ignacio Coliqueo. Calfucurá contaba con 3500 hombres, una parte traída desde Chile y a su jefatura sumaba a Namuncurá y a Epumer, hermano de Mariano Rosas. Venían de un malón contra los pueblos de 25 de mayo y 9 de julio, con 150 mil vacunos y 500 cautivos. Las cargas de Cipriano Catriel fueron importantes para lograr el triunfo sobre Calfucurá.


Mitre en su presidencia entregó numerosas tierras a caciques amigos como Coliqueo. En la defensa de Bahía Blanca se destacaban Ancalao, Linares, Gauyquil, y todos recibieron tierras. Otro de los beneficiados fue el jefe boroga Rondeau. Esa política fue continuada por Roca. En el caso de los Ancalao, les fueron permutadas sus 7 mil hectáreas en Bahía Blanca en la segunda presidencia del general Roca al necesitárselas para construir la base naval de Puerto Belgrano. En compensación obtuvieron 120 mil hectáreas en Norquinco, entre Río Negro y Chubut.


La Constitución Nacional, en el inciso 17 del artículo 17, reconoce la preexistencia de estas poblaciones y el derecho al respeto a las tierras otorgadas. Algunas comunidades, a partir de la provincialización de los territorios nacionales, han sufrido avances sobre sus tierras y el gobierno nacional está en mora desde 1994 en cumplir con el mandato constitucional.


Aclaración


Los descendientes de las tribus amigas, como los que enfrentaron al gobierno hasta la rendición en 1884 de Namuncurá, no tienen vinculación con estos atentados vandálicos que aterrorizan a los pobladores. Desde mediados del siglo pasado, han emigrado numerosos araucanos, por razones económicas o para eludir a la justicia chilena aprovechando la falta de puestos de control en numerosos pasos fronterizos. En estos nuevos residentes está la raíz del conflicto, que se ha acentuado desde la guerra de las Malvinas. Resulta llamativa que la sede de un movimiento promotor de un estado mapuche se ubique en la ciudad británica de Bristol.



bottom of page