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Reflexiones a propósito de lo que sucede en Ucrania

Por Hugo Patricio Pierri



No pretende este artículo realizar apreciaciones acerca de la situación que está atravesando Ucrania a partir de la invasión rusa, desde una perspectiva política o militar. Hay mucha información al respecto y seguramente expertos más preparados en la temática. Pero a esta altura resulta interesante ir ensayando algunas primeras reflexiones aplicables a nuestra realidad. Ideas preliminares que se irán profundizando con el devenir de los acontecimientos.

 

Cuando el mundo comenzaba gradualmente a recuperar las libertades restringidas (y sobre todo el “estado de ánimo”) a propósito de la pandemia del Covid 19, un nuevo suceso sacudió a la humanidad. Es cierto que quizás con menos sorpresa que al inicio de aquella, por las alertas lanzadas en las semanas previas, nos vimos sobrepasados por un cúmulo de información prácticamente inmanejable, con la posibilidad de seguiren directo los acontecimientos como ya nos tienen acostumbrados las redes sociales y los medios internacionales y locales a través de corresponsales en vivo. No está de más recordar en este punto que “La opinión pública, impresionada por las horribles imágenes que entran todos los días en las casas por medio de la televisión, reacciona emotivamente, pero acaba demasiado pronto acostumbrándose y casi aceptando el carácter ineludible de los acontecimientos. Esto, además de injusto, es muy peligroso.”[1]


Vayan entonces algunas de esas reflexiones.


Primera reflexión: la importancia de adoptar previsiones


Lo que hoy nos sucede es la materialización del largo, del mediano, del corto plazo de algún momento del pasado.

Una obviedad si miramos hacia el pasado, no tanto si nos posicionamos en él. Lo que parecía más o menos lejano llegó y nos golpeó con sus inevitables consecuencias. Por lo tanto anticiparse estratégicamente a lo que puede suceder en el futuro no significa tirar los dados o intentar predecir acontecimientos. Significa, de la manera más científica posible, adoptar previsiones para estar en las mejores condiciones de gestionar los riesgos y aprovechar las oportunidades que conllevan los escenarios futuros. Y fundamentalmente “crear” futuro (del país, de una organización, personal, etc). Y porque no hay recursos para prepararse para todo, existen los sistemas de alerta temprana para darnos las alarmas de la inminencia de sucesos en tiempo como para poder responder. Los informes de inteligencia de la década pasada venían alertando sobre la pandemia. Ni hablar de las alertas en la frontera oriental de la OTAN. En este punto podríamos agregar lo que sucedió entre nosotros con los incendios recientes en la Provincia de Corrientes. Prestar o no atención a esas alertas es el oficio de los decisores.

Anticipación, previsión, planeamiento, alertas, no son palabras vacías ni recursos privativos de países desarrollados, sino exigencias para los líderes de todos los niveles de la administración de los estados y de todas las organizaciones en general.

Cuando de una nación se trata, la previsión a largo plazo se vuelve ineludible. Lamentablemente, el tiempo que media entre elecciones se transformó en ese largo plazo entre nosotros. Y los resultados nos hablan del tremendo error que ello involucra. Para revertirlo, hace falta marco legal, metodología, personal capacitado y recursos. Inexorablemente no hacerlo expondrá a actuar al filo o fuera de la ley, sin método, sin idoneidad, sin recursos. Hay pruebas de sobra de ello.

Pensemos en el mundo de dos décadas atrás. No nos equivocamos si afirmamos que hacia adelante sufrirá cambios mucho más vertiginosos, que debemos – al menos intentar – imaginar (futuros posibles). Para ese entorno se deben diseñar la Educación, la Salud, la Seguridad, la Defensa. Pero para que eso sea posible se debería tener un proyecto de país (futuro deseado).

No debería caerse en el facilismo de creer que la incertidumbre justifica el no hacer nada. Es al revés. Tanta es la incertidumbre que no debemos ahorrar esfuerzos en acotarla.

Es necesario estar anticipados estratégicamente.[2]


Segunda reflexión: por mucho que se (y lo) busquen desplazar a un costado, el ser humano sigue siendo el centro de todo lo que sucede


La vida humana termina saliendo revalorizada, cierto que por caminos diversos, cruentos y evitables.

En los albores del “metaverso”, cuando la cultura de la muerte corporal y espiritual parece invadirlo todo, paradójicamente el ser humano, con sus virtudes y defectos, sigue alzándose como el centro de lo que sucede en el mundo, y éste se sigue deteniendo, aminorando su marcha o acelerándola al ritmo de lo que le pasa a la gente.

Aun los comunicadores más “progresistas” se empeñan en transmitir sensaciones que conllevan un mensaje acerca de la vida. Emoción por la madre que llega a tiempo a parir y desazón por la que no lo pudo hacer. Admiración por el anciano dispuesto a entregar lo poco o mucho que le queda de vida empuñando un arma en defensa de su Patria.

Tanto tiempo buscando dejar de lado lo sobrenatural que finalmente, siguiendo a Chesterton, vemos que siempre está latente y gracias a eso aflora lo que es natural. En situaciones extremas la cultura de la muerte y de lo superfluo ceden ante lo importante y trascendente. Aunque resulte una paradoja que justamente lo haga en medio de una guerra, fenómeno por excelencia que conlleva muerte.

El dolor de los padres que no pueden despedirse de un hijo o de una hija en combate trae a la memoria a la muerte en soledad de los tiempos de cuarentena.

Más tarde o más temprano, a veces bajo presión de una emergencia, lo que es natural se impone, aunque se busque exaltar lo antinatural por acciones, leyes o el bombardeo de mensajes encubiertos.


Tercera reflexión: la Defensa de una Nación implica años de preparación para actuar durante la paz, frente a una crisis o en una guerra. Y probablemente nunca se lo haga en los dos últimos casos, lo cual conformaría el mejor escenario.


En momentos de dificultad emerge la razón de ser de la Defensa Nacional. La podemos completar con otra observación: Nadie estará nunca dispuesto (salvo que tenga un compromiso concreto suscripto con anterioridad) a defender a nuestro pueblo, nuestros espacios, recursos e intereses, salvo nosotros.

Con la vista en lo que sucede en Ucrania, se centra la atención en civiles que son convocados y armados para defender pueblos y ciudades asediadas. Extraña reflexión en medio de una sociedad como la nuestra que hace décadas descuida la Defensa de la Nación y con ello la de sus intereses. Ingresamos así en un campo que muchos ven como anacrónico, esto es la importancia de contar con una Reserva, que vaya más allá de por ejemplo la admirable predisposición entre nosotros de unos pocos reservistas voluntarios. Aprendiendo a manejar un lanzacohetes con el ruido de las orugas de fondo no es la mejor manera de enfrentar una amenaza. Hace falta estar familiarizados con el material desde antes y sobre todo que ese personal tenga la vivencia de integrar una organización. Es verdad que cuesta asumir el poner recursos en una fuerza de reserva cuando la activa tiene tantas carencias. Pero al menos se deberían dar los pasos para contar con un marco legal moderno y factible de ser aplicado, que comience a estructurar el sistema.

Ni que hablar de los inconvenientes por completar organizaciones y materiales una vez iniciado un conflicto. Por muchos “amigos” que se supone tener, a menos que se forme parte de una alianza concreta un país se encontrará solo frente a sus amenazas. Y esa alianza debe ser efectiva. Recordemos el TIAR.

En los momentos de emergencia, bajo el asedio del enemigo, ¿cuál es el precio de la libertad? La buena noticia es que puede pagarse en cuotas, esa es ni más ni menos la inversión en Defensa.


Cuarta reflexión: Ante hechos como el que se está viviendo en Ucrania - algo similar ocurrió sobre todo en los primeros meses de la pandemia - las sociedades se concentran en lo útil e importante.

Los Estados no escapan a ello.


Como consecuencia, toman relevancia gestos, actitudes, acciones, profesiones, organizaciones, que en tiempos normales son ignorados o hasta despreciados. Los aplausos vespertinos en los balcones no suplen la imprevisión y no retribuyen a los servidores públicos como se debe, además de ser gestos efímeros. La preparación y la adopción de previsiones para enfrentar los desafíos del futuro deben ser permanentes. Por el contrario, esfuerzos, iniciativas, organizaciones, en general dotadas de grandes presupuestos o aspiradoras de donaciones en tiempos “normales” desaparecen de escena, al igual que sus mediáticos representantes o voceros. Lo mismo sucede con superfluos gastos del erario público.

El Estado no puede ser reemplazado por las ONG, por muy beneficioso que fuere el aporte de muchas de ellas. El Estado tiene responsabilidades como tal orientadas a su razón de existencia. Ni más ni menos que eso. Y esa responsabilidad cobra mayor vida y su eficacia es probada en situaciones críticas. Eso no significa que invada todos los ámbitos, como normalmente sucede. A un alto costo. Y con escasos beneficios para la población. Pareciera que está donde no debería y se ausenta (o fracasa) en lo que le compete.


Quinta reflexión: no basta con saber qué puede pasar. Es necesario adoptar previsiones por si realmente pasa.


Con la pandemia la ciencia nos demostró sus capacidades, pero también sus límites. La guerra está poniendo también de manifiesto los de todos.

Una y otra han estado sujetas a un relato comentado con una rigurosidad que nos recuerda a las frases hechas que enfurecían al Sancho del Padre Castellani. En estos días pareciera que se reitera la tendencia a terminar en un contador de muertos, ahora sumado a una suerte de licuado en donde zona gris, guerra híbrida, tercera guerra mundial, guerra nuclear, etc. etc. se mezclan con la visión barrial o deportiva del conflicto. Sin excluir el intento de aprovechar aquello en beneficio de partido o facción. A las campañas de desinformación de los actores se opone, a menudo, ignorancia y amateurismo. Por supuesto que hay excepciones.

Es necesario contar con especialistas, think tanks, investigadores, equipos que piensen en el futuro y tengan capacidad para analizar las señales del presente y para influir en los centros de poder. Menos términos de moda y a veces mal traducidos y más profesionalismo.

¿Necesitamos estrellarnos contra la realidad para entender que la Investigación y el Desarrollo científicos, la Educación, la Salud, la Seguridad, la Defensa, deben ser políticas de Estado desacopladas de las políticas partidarias? En todo caso podrá haber diferencias en el cómo hacer, habiendo consensuado las grandes líneas del qué hacer.

Sufrimos la imprevisión en tiempos de pandemia. Y podemos mirarnos en el espejo de lo que sucede en Ucrania, imaginándonos una situación parecida entre nosotros en un futuro más o menos lejano (o cercano).

Cuando revisaba para entregar este artículo se dio a conocer el índice de inflación correspondiente al mes de marzo. ¿Qué tiene que ver eso con estas reflexiones? Un aspecto me llamó profundamente la atención. Partiendo del mismo dato (6,7 %), algunos analistas hacían hincapié en el valor acumulado desde un año atrás. Otros lo hacían proyectándolo hacia adelante. Más allá de la intencionalidad en mostrar un número significativamente menor, el resultado es sustancialmente diferente (casi el doble), y aunque el diseño de escenarios futuros dista de ser una mera proyección, este es un buen ejemplo acerca de la importancia de concentrarse en lo que pude pasar más que en lo que ya pasó.


Sexta reflexión: sólo quienes carecen de intereses no tienen o no podrán tener conflictos


¿Es posible que se siga afirmando que la Argentina es una “zona de paz”? ¿Podemos estar tranquilos con hacer de cuenta que controlamos los espacios? ¿Está segura la Argentina?[3]

Algunos interrogantes para preocuparse, pero sobre todo para ocuparse.

Festejamos al haber ampliado bajo ciertas condiciones la posibilidad de ejercer algún grado de control sobre el mar. Pero, ¿no nos interpela el hecho de que casi un tercio está en poder de una potencia extranjera y otro tanto sujeto a lo que oportunamente surja cuando el Tratado Antártico de paso a otra forma de “soberanía” (si cabe el término) en ese continente? Qué decir del resto, en donde tanto nos cuesta controlar la intrusión (y depredación consecuente) de pesqueros de otros países. ¿Y el espacio cibernético? ¿Y los recursos? La invasión de Ucrania puso en primera plana los costos y la escasez de la energía y de los alimentos. Y la no poca imprevisión, sobre todo en la primera, de varios países desarrollados.

¿No deberíamos estar preocupados por la existencia de una base china en nuestro territorio? Dirán que es para “explorar el espacio”. Extraña “casualidad”: una de las dimensiones de la Defensa de ese país.

¿Ejercemos control sobre el territorio? ¿No hay “disputas territoriales” con los narcos? ¿Y los bolsones de resistencia a la autoridad y la soberanía amparados en reivindicaciones de dudosa (y en todo caso “prescripta” históricamente) autenticidad?

En las últimas semanas desde las entrañas mismas del poder de un país vecino se hizo referencia a un artificio territorial que afecta de manera directa la soberanía nacional. ¿Qué previsiones tomamos al respecto?

¿Tiene capacidad nuestro sistema de inteligencia nacional para permitirnos crear conocimiento acerca de riesgos y amenazas a la seguridad nacional y para darnos las alertas necesarias para adoptar previsiones oportunas y eficaces?

Reafirmo la necesidad de contar con una Estrategia de Seguridad Nacional que enfoque la problemática de manera integral.[4]

No alcanzan actitudes patrioteras, discursos grandilocuentes y golpearse el pecho por ejemplo cada 2 de abril o cada recuerdo del atentado a la AMIA, si las deudas, los desafíos y los interrogantes que de ellos se desprenden perduran con las respuestas equivocadas, sin respuesta o, peor aún, conviven con la reivindicación de expresiones vernáculas o extranjeras de terrorismo o autoritarismo o dan el aval a objeciones a la soberanía nacional por poner delante de los de la Nación y la justicia mezquinos intereses de facción al amparo del sesgo ideológico.


Séptima reflexión: cada período histórico está impregnado de las virtudes y defectos de los líderes de ese tiempo


El mundo está viviendo una impresionante crisis de liderazgo, nunca conocida al menos en el último medio siglo. Reflexión políticamente incorrecta puesta en el contexto de las reflexiones políticamente correctas habituales de los líderes a quienes podría estar aludiendo y que en general dominan las corrientes de opinión difundidas por los grandes medios de difusión. ¿Qué lideres reclamará el futuro? Sin duda hay que trabajar en eso. Mientras tanto hay una imperiosa necesidad de hacer frente a los desafíos del mundo actual. En situaciones de emergencia afloran líderes impensados y se derrumban otros hasta entonces valorados.

Por otro lado, la ausencia de liderazgo tiene como correlato una alarmante crisis de representitividad. Aparecen partidos y movimientos con voluntad y expectativas de poder inexistentes hace una década. Importantes expresiones políticas del pasado son hoy una sombra de lo que fueron y se arriesgan a desaparecer, como vimos en los resultados de la última elección en Francia. Nuestro país no escapa a ello.

Acuerdos y consensos sólo son factibles de dar frutos cuando involucran liderazgos fuertes y organizaciones políticas definidas y no cuando unos y otras se desplazan cubiertos por la bruma de los intereses efímeros y el espíritu acomodaticio.


Una reflexión final.

Escuchamos a diario comentarios acerca del significado de la guerra para combatientes y civiles involucrados. ¿Por qué se pasa por alto (no cabe duda que a menudo malintencionadamente) que entre nosotros los Veteranos de Guerra son el puente con esa trágica manifestación de la naturaleza humana?

Transitamos la conmemoración de los 40 años de la Guerra de Malvinas. ¡Quiénes mejor que ellos para transmitirnos, con sus historias, ejemplos, ausencias, secuelas y sufrimientos, qué es la guerra! Es bueno emocionarse con los actos de valentía y con la entrega desinteresada, donde fuere tengan lugar. Pero debemos lograr que nuestros veteranos sean profetas en su tierra.

Ojalá algún día cuando se hable de guerras y heroísmo nuestras jóvenes generaciones piensen en un Teniente Primero Estévez y en tantos otros que, presentes físicamente o a través de su ejemplo, caminan junto a nosotros con la pesada pero gloriosa carga de haber cumplido el sagrado deber de defender a la Patria. Y aquellos que pretendan lucrar, confundir y aprovechar esa sangre para beneficio propio reciban el desprecio y la condena de todo argentino bien nacido.


[1]Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II con ocasión del 50º aniversario del final en Europa de la Segunda Guerra Mundial. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/messages/pont_messages/1995/documents/hf_jp-ii_mes_19950508_50-anniv-fine-seconda-guerra.html [2] Tomo Anticipación Estratégica en el sentido que la define Eduardo Balbi en “Anticipación Estratégica y Gestión de Riesgos 2018” https://www.academia.edu/37917106/ANTICIPACI%C3%93N_ESTRAT%C3%89GICA_Y_GESTI%C3%93N_DE_RIESGOS_2018 “… es la capacidad para analizar continuamente el futuro y detectar anticipadamente riesgos y oportunidades que cada futuro posible podría provocarnos, permitiendo a los decisores y ejecutivos decidir, planificar y operar en tiempo y forma para cumplir sus objetivos y proteger sus intereses”. [3] Para aclarar conceptos ver mi artículo Ver en Foro Patriótico “A propósito de la defensa y seguridad”. https://www.foropatriotico.com/post/a-proposito-de-la-defensa-y-la-seguridad [4]Ver en Global Strategy (Universidad de Granada, España) “¿Necesita la República Argentina una Estrategia de Seguridad Nacional? Un enfoque desde la Defensa Nacional y la Estrategia Militar https://global-strategy.org/necesita-la-republica-argentina-una-estrategia-de-seguridad-nacional-un-enfoque-desde-la-defensa-nacional-y-la-estrategia-militar/

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