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La bioeconomía genera más del 70% de las exportaciones argentinas

Por Fernando Vilella


El comercio exterior de cualquier economía marca la real competitividad de un país, sector o rubro, salvo distorsiones a partir de subsidios o arbitrios poco sustentables, no se puede vender si no se logra una adecuada combinación de factores de producción en el marco de instituciones acordes.





Es un ejercicio interesante revisar los datos del 2020, no muy diferentes de los anteriores, para evaluar nuestras reales fortalezas y debilidades en el intercambio de bienes y servicios. También quiénes nos compran, cuánto y qué les compramos y los saldos comerciales que son la diferencia entre compras y ventas.


En termino generales, según los datos de Marcelo Elizondo, las exportaciones totales mundiales cayeron un 5,6% en dólares, mientras que en Argentina las exportaciones solo llegaron a U$S 54.884 millones con una caída interanual de 15,7%, el triple que la global, las importaciones descendieron un 13,8%, hasta U$S 42.356 millones, con un saldo favorable de la balanza comercial de bienes de U$S 12.528 millones.


En la región, Brasil exportó U$S 209.921 millones cayendo respecto a 2019 solo un 6,1%, en Uruguay el descenso fue 12,5% y en Paraguay del 9,4%, pero Chile que exportó un 50% más que Argentina, con U$S 71.728 millones, tuvo a pesar de la pandemia un crecimiento anual del 3%. Siendo la población de Chile menos de la mitad de Argentina sus exportaciones en dólares per cápita son el triple, 3.700 a 1.200.


Según el IDEC, por continente el destino más importante en millones de dólares es América (20.807) con el 38%, muy cerca Asia con el 34% (18.763), Europa que hace muy pocos años era el principal destino con el 17,5% (9.611), África es el 7,6% (4.149) donde se destacan Egipto, Argelia, Marruecos y Sudáfrica y finalmente Oceanía con el 1,3%.


Los principales destinos a nivel regional fueron el Mercosur (U$S 10.000 millones), siguen la UE (U$S 6.700 millones), Países árabes + Medio Oriente (U$S 6.100 millones), Asean (U$S 5.847 millones), China (U$S 5.394 millones), NAFTA (U$S 4.190 millones), resto de Sudamérica (U$S 2.975) e India (U$S 2.510). Un punto interesante es evaluar los destinos a nivel país, o a nivel saldo entre ellas y las importaciones. Nuestros ocho mayores compradores ordenados por cantidad de millones de dólares son Brasil (7.956), China (5.394), EE.UU. (3.313), Chile (U$S 2.889), Vietnam (U$S 2.852), India (U$S 2.510), Países Bajos (U$S 1.593) y Egipto (U$S 1.173).


El saldo es muy negativo en los tres primeros, China (- 3.270) y EEUU (- 1.101) sumados Alemania (- 1.264) y Paraguay (- 1.345), que compran mucho menos, y tenemos saldo positivo con Chile (2.350), Vietnam (2.098), India (1.709), Países Bajos (1.279) y Egipto (964).


De total de las exportaciones más del 70% se originan en la fotosíntesis y sus sucesivos agregados de valor, la bioeconomía o "vaca viva", que no recibe subsidios, que requiere un porcentaje ínfimo de divisas de importación y que tiene la mayor carga impositiva de la economía nacional. Hay varios rubros que están en el podio mundial o entre los tops cinco.


Según Fada, Argentina ocupa el podio como primer exportador de mundial de aceite y harina de soja, yerba y porotos; el segundo de maní; y el tercero de maíz, granos de soja, girasol y peras. En tanto, también hay otros seis alimentos que están dentro del “top five”: con la cebada cervecera en el cuarto puesto; y en el quinto con la carne bovina, los camarones, los langostinos, el té negro y la leche en polvo, en el quinto lugar.


Por sectores de exportación los productos de origen vegetal con o sin industrialización son el 57 %, las carnes el 11%, industriales varios con el 18 %, vehículos con el 7% aunque tiene fuerte saldo negativo, los minerales con el 6%. Un ejemplo para tener presente es que la cadena bovina genera unos 420.000 puestos de trabajo, exporta más del 25% de la producción y unos 120.000 trabajadores se vinculan directamente a estas actividades. Mas que casi cualquier cadena industrial clásica.


Ninguno de nuestros competidores tiene políticas activas que busquen restar competitividad como las retenciones o estrategias impositivas que también castiguen en el consumo de alimentos básicos con cargas impositivas internas del orden del 40%, casi siempre más que la participación final de lo que obtienen los productores en sus establecimientos.


Impuestos especialmente severos son los que no discriminan ingresos de los consumidores como el IVA o los Ingresos Brutos. Los consumidores más pobres y los productores tienen una carga que tiene consecuencias, en un caso aumentando los altísimos porcentajes de pobreza y en el otro desalentando las inversiones y la producción.


Esperemos que el recientemente creado Consejo Económico Social tenga presente estas realidades y las reales fortalezas competitivas de Argentina en sus discusiones sobre el futuro del país, su composición y la falta de otras vertientes políticas no oficialistas limitan la posibilidad que las mismas tengan carácter de políticas de estado.


La bioeconomía, "la vaca viva", si recibe señales oportunas puede ser sin dudas la generadora de trabajo, desarrollo territorial, dólares y ser la facilitadora en negociaciones internacionales solo requiere un acuerdo de las grandes mayorías políticas que lo entiendan y actúen en consecuencia, ojalá lo tengan presente.

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