Edición del 15 de Agosto de 2020
Entrevista realizada al eminente filósofo, escritor y pensador Alain de Benoist, defensor de la diversidad cultural de los pueblos frente al globalismo homogeneizante.
La experiencia china y europea demuestra que el control de la natalidad vía políticas legales y culturales abortistas constituye un enorme problema a mediano y largo plazo, puesto que invierte la pirámide poblacional y destruye culturalmente a las sociedades.
Es la hora de una derecha popular que, dejando atrás viejos rencores entre liberales, nacionalistas y peronistas, canalice las demandas de una clase media castigada por el establishment dominante.
Las organizaciones, cualesquiera sean ellas, con el correr del tiempo necesitan ajustes. En ciertos casos cambios mayores y aún radicales. Esto es particularmente necesario en el ejército nacional, que lleva décadas sin modernizarse y actualizarse para cumplir su misión primordial: la posibilidad de ser empleado en caso de amenazas, de crisis o de guerra propias de los desafíos surgidos en el siglo XXI.
El pasado 8 de Agosto se conmemoró el rechazo al proyecto de legalización del aborto en el Congreso Nacional, luego de varios meses de intenso debate político y social. Fue un hecho histórico, signo de esperanza para todo el mundo que se unió bajo el lema “Salvemos las 2 Vidas”. Pero la lucha continúa: hoy en la Argentina mueren más mujeres queriendo parir que deseando abortar, porque se insiste en imponer una agenda sesgada de ideología.
Para los conservadores, el bienestar de los individuos y de la comunidad depende, en gran medida, de la fortaleza de la sociedad civil y de los grupos intermedios que la componen, siendo quizás las familias y las agrupaciones religiosas los más importantes. El Estado y las libertades individuales son aceptados, pero únicamente como parte no preeminente de una organización social más amplia y profunda.
Liberales y nacionalistas han tomado prestado algunas cuestiones creando nuevas realidades no volcadas en un dogma sino construidas al andar. Por eso encontramos defensores del sistema capitalista que no confían tanto en la globalización financiera. Creen en el progreso y la ciencia. Defensores de valores éticos y morales tradicionales reniegan de las libertades llevadas al extremo de imponer géneros, aborto, eutanasia, poliamor y afines.
Frente al globalismo y su agenda, el conservadorismo de línea nacional debe diferenciarse del progresismo liberal y hacer causa común con aquellos sectores radicales, peronistas y nacionalistas con los cuales comparten valores.
Llegó la hora de que las Provincias del Norte se conformen con algo más que un Plan Belgrano, y pasen a formar parte de un bloque regional estratégico para su desarrollo y el de todo el país.