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Ana Borzone: "No se puede adjudicar a la pobreza la responsabilidad de que los chicos no aprendan"

Por Claudia Peiró - La especialista en educación, cuyo método se está aplicando en Mendoza y San Luis con grandes resultados, sostiene que “no se puede adjudicar a la pobreza la responsabilidad de que los niños no aprendan” y denuncia “la gran estafa educativa de no enseñarles a leer y escribir y luego dejarlos pasar”

 

Ana Borzone lleva años investigando en educación y con otros colegas ha formado un equipo y ha desarrollado un proyecto “Queremos aprender” que demuestra que, si los niños no aprenden es porque no se les enseña la lectoescritura de modo sistemático, como históricamente hacía la escuela argentina, lo que le valió la calidad y el prestigio que por años tuvo. A la vez, apunta contra la adherencia irracional al método de la psicogénesis, implantado en los años 80, que ya ha demostrado ampliamente no sólo su ineficacia sino los efectos secundarios negativos que tiene.

En esta charla con Infobae, Ana Borzone, doctora en Letras y ex investigadora del CONICET, hace un duro diagnóstico de la situación -”la escuela de hoy es una fábrica de analfabetos”- pero a la vez explica que la solución está al alcance de todos. Y desde 2016 lo demuestra aplicando su proyecto en Mendoza. El año pasado también se sumó San Luis, con un desarrollo modélico de la experiencia del que Bornoze dice estar “enamorada”. Corrientes es otra provincia que ha decidido adherir a esta metodología. Son todos distritos cuyas autoridades han entendido que la educación debe ser más que un título, o un discurso de campaña. Que lo verdaderamente prioritario y estratégico es asegurar que todos los niños estén alfabetizados desde primer grado. Como tradicionalmente fue y como debe volver a ser.

— En estos días de campaña varios precandidatos a la presidencia firmaron un compromiso por la alfabetización, es decir, enseñar a leer y escribir a los chicos, como prioridad de su gestión. Llama la atención que haya que prometer eso cuando se supone que es una función educativa básica. ¿A qué punto hemos llegado que tenemos que pedir que por favor se les enseñe a leer y escribir a los chicos en la escuela?

— Hemos llegado a un deterioro total. Total y absoluto. Nuestros chicos no aprenden a leer y escribir en primer grado como tiene que ser. Y ese es otro punto, la gran estafa educativa. La gran estafa educativa se llama unidad pedagógica. No, los chicos todos pueden aprender a leer y a escribir en 1er grado. Y eso es lo que consiguió la escuela pública, laica y gratuita que creó Sarmiento.

— Unidad pedagógica significa considerar a primero y segundo grado como un ciclo.

— Claro, es un ciclo y los chicos pueden aprender en algún momento. Se espera que por arte de magia los chicos aprendan a leer y escribir. Cosa que no sucede y que, desde hace años, nos muestran las evaluaciones: año tras año el resultado es cada vez peor.

— Se insiste sin embargo con el método que para ustedes es responsable de esto.

— Se insiste con la misma metodología que se implantó a fines de la década del 80, que se consolida en los 90, que es la psicogénesis de la escritura, que plantea que los chicos aprenden por descubrimiento. Es decir, deben descubrir el sistema de escritura. Los colocamos en una situación de tener que descubrir de nuevo el fuego y la rueda. No, el sistema de escritura es un invento y un gran avance de la humanidad y como todo avance de la humanidad debe ser enseñado. Porque no tenemos predisposiciones genéticas para leer y escribir. Entonces tiene que ser enseñado y de forma sistemática. Cosa que se dejó de hacer. Se dejó de enseñar a leer y a escribir. ¿De qué manera se dejó de enseñar a leer y a escribir? Ya no se enseñan las correspondencias entre sonido y letra. Ya no se enseña vocabulario. Ya no se enseñan estrategias de comprensión de textos. Ya no se enseñan estrategias para escribir textos. Los chicos prácticamente no escriben textos. ¿Qué genera esta falta de aprendizaje inicial? Un desfasaje. Una bola de nieve, cada día aprenden menos, menos, menos. A la inversa, los que aprendieron en primer grado, cada día aprenden más, más y más.

— Sí, porque la lectura y la escritura son la herramienta básica. Dicen que les van a enseñar habilidades a los chicos. ¿Cómo se le enseña habilidades o materias a alguien que no puede leer un texto y entenderlo?

— No se puede, es imposible. Por eso los chicos fracasan. Por eso hay cada vez más chicos que abandonan el secundario. ¿Y cuál es la otra estafa? Dejarlos pasar. Dejarlos pasar sin que aprendan para hacer como si…, como si hubieran aprendido. Pero eso está perjudicando la vida de esos chicos y el futuro de nuestro país. Se está provocando mucho daño en los chicos porque esto atenta contra el desarrollo cognitivo, contra el desarrollo del cerebro, contra lo que pueden aprender.

— Hasta las habilidades manuales, porque ni siquiera manejan bien la birome.

— No manejan bien el lápiz. Porque se dejó de enseñar todo. Los chicos tienen que desarrollar motricidad fina. Aprender a tomar el lápiz correctamente y eso desde el jardín. Ya en jardín tienen que trabajar muchísimo la oralidad. Si a los chicos no les enseñamos a relatar, a explicar, no les enseñamos a describir, a argumentar, no aprenden por ósmosis. Entonces, desde el jardín, tenemos que plantear un trabajo muy sistemático con la oralidad y también con los precursores de la alfabetización, y que comiencen ya en jardín a aprender el trazado de las letras, a leer y a escribir palabras, a escribir y a comprender textos a través del trabajo sistemático que pueda realizar el docente.

— Es increíble que los chicos puedan atravesar la escuela sin aprender. Por ejemplo, Carlos Tévez, que por su edad debe haber cursado en los 90, decía: “Yo cursé hasta 8° grado y no sabía leer, tuve que aprender a leer de grande”. Salió analfabeto de la escuela. Esto se vincula con el argumento de la pobreza, que surge siempre cuando alguien cuestiona el facilismo de dejarlos pasar de grado sin haber adquirido los conocimientos necesarios. No se puede discriminar. Pero esto esconde en realidad el prejuicio de que los chicos pobres no pueden aprender a leer y a escribir o que les cuesta más que a otros.

— Bueno, los datos invalidan totalmente ese prejuicio. La primera investigación que yo hice, el primer programa que elaboré para enseñar a leer y a escribir a los chicos desde jardín, lo implementé en un grupo de chicos de 5 años que provenían de una villa de emergencia. Para evaluar los resultados, les tomé 18 pruebas, y también las mismas pruebas a un grupo control de chicos de nivel socioeconómico medio, al comenzar la experiencia y al terminar. Al comenzar, estos chicos de la villa se desempeñaban muy por debajo de los otros. Sin embargo, a través de un trabajo muy sistemático, que planificábamos todos los días con la maestra a lo largo de todo el año. el resultado fue que estos niños llegaron a desempeñarse en oralidad por ejemplo mejor que los de nivel socioeconómico medio. El 70% escribía textos al finalizar la sala de 5. Casi no omitían letras. Habían aprendido ortografía. Usaban puntuación. Y estoy hablando de chicos de la pobreza urbana más dura. Y sin embargo habían aprendido. Están las pruebas publicadas con todos estos datos, cómo escribieron esos textos, cómo desarrollaron habilidades cognitivas. Es decir, no pueden adjudicarle a la pobreza la responsabilidad por el hecho de que los chicos no aprendan a leer ni a escribir.

— Es condenarlos a una doble pobreza porque la escuela, que está justamente para igualar, para darles a esos chicos la oportunidad que no podrían darles sus padres si no existiera el Estado para hacerlo, en cambio los defrauda. Los estafa.

— La escuela los estafa y está incrementando la brecha. La brecha cada vez es más grande. Porque en las casas de padres que saben leer y escribir, los padres enseñan, los padres apoyan; a muchos chicos los padres ya es enseñan a leer y a escribir a los 5 años. La escuela hoy está condenando a los chicos de la pobreza a ser analfabetos. Es una fábrica de analfabetos y una fábrica de disléxicos. Es decir, genera dificultades, que los chicos no deberían tener.

— ¿Dislexia?

— Dificultad para aprender las correspondencias. Porque esta metodología no enseña las correspondencias.

— No enseña que la “A” es “A”.

— Claro, no enseña de modo sistemático que el sonido “A” está representado por la letra “A”. Al no enseñar las correspondencias lo que genera es un patrón de dislexia. De hecho, me han convocado de los hospitales de la Ciudad de Buenos Aires precisamente para hablar de este tema, porque les llegan muchísimos chicos con un diagnóstico de dislexia que no son disléxicos; lo que sucede es que no se enseña en los primeros grados en forma sistemática a leer y a escribir. Todos los chicos pueden aprender a leer y a escribir en primer grado.

— Entre 4 y 6 meses toma aprender a leer y a escribir.

— Porque en español es muy fácil aprender. Es mucho más fácil aprender a leer y a escribir en español que en inglés o en francés. Y sin embargo nuestros chicos no aprenden. Y durante 30 años observamos que no aprenden y no hacemos nada. Nada. Hasta el 2016 no se ha hecho en el país para cambiar esta situación.

— Esa fecha es porque hay algunas provincias, que están empezando a ver esto y a aplicar una cosa diferente. Están volviendo a un método más sistemático.

— Un método más sistemático y, quiero dejarlo bien aclarado, que avanza también con respecto al método tradicional. Porque enseguida objetan “ay, volvemos al método tradicional”. Señores, no todo lo tradicional es malo ni todo lo nuevo es bueno. Ahora bien, la metodología, el programa que nosotros elaboramos, como equipo de investigadores y de docentes, que se llama “Queremos aprender”, es un programa de desarrollo integral. ¿Qué significa? Que trabaja todas las habilidades cognitivas. Es decir, con actividades específicas para que los chicos desarrollen atención, capacidad de memoria, habilidades socioemocionales. Además, para nosotros la unidad pedagógica es sala de 5 y 1er grado. Al final del 1er grado todos leen y escriben. Empezamos trabajando en jardín en forma muy sistemática, vuelvo a decir, enseñando todos los días varias palabras. Haciendo lecturas diarias con los chicos, de cuentos, de textos expositivos, de canciones. Hay todo un trabajo sistemático ya armado con materiales para los chicos, con materiales para los docentes, para que desarrollen estrategias de comprensión desde jardín. También trabajan muchísimo la oralidad. Los chicos tienen un vocabulario muy pobre. Hay que ampliarlo, ampliarlo.

— Volvamos al 2016....

— El 2016, porque al asumir la gobernación Alfredo Cornejo en Mendoza, se fijó como objetivo que todos los chicos aprendieran a leer y a escribir en 1er grado. Generó un cambio. Yo el otro día pensaba qué casualidad que la epopeya libertadora haya salido de Mendoza, y esta epopeya, porque es una epopeya, es darles libertad, enseñarles a leer y a escribir, darles un instrumento para que sean libres y no esclavos de los gobiernos de turno.

— ¿Cómo resultó esa experiencia?

— Esa experiencia avanzó. Capacitamos a los docentes. Implica mucho trabajo, hay que intensificar, trabajar más cerca de los docentes. Acompañarlos más. Se hizo un excelente trabajo en Mendoza, en los jardines y en los primeros grados, pero hay que consolidar ese cambio, que tuvo continuidad con la nueva gestión, pero que hay que seguir consolidando. Hay que incorporar nuevas tecnologías. Hemos elaborado un videojuego que ya lo hemos evaluado. Los chicos en cuatro, cinco meses, leen. Leen.

— ¿Ahora se está haciendo algo similar también en San Luis?

— En San Luis a finales del año pasado nos convocó la Universidad de La Punta, la doctora Alicia Bañuelos, que es la rectora. Y empezamos con un diseño muy interesante de intervención porque formamos un grupo de lo que llamamos referentes. Ese grupo de docentes, algunos son jubilados, han sido contratados por la Universidad de La Punta y se han formado muy intensamente los últimos dos meses del año pasado y todo este año. La Universidad convocó a las escuelas que se quisieran sumar a este cambio y se sumaron muchas. Prácticamente el 70% de las escuelas de la provincia. El programa está destinado a sala de 5, y a 1°, 2° y 3er grado. La Universidad les proporcionó a las escuelas material y capacitación. Estamos trabajando con 1.500 docentes pero además se sumaron otros 1.500 que, aunque no recibieron el material porque sus escuelas no firmaron el compromiso, igual vinieron a la capacitación. ¿Qué nos está diciendo esto? Que los docentes quieren enseñar. Quieren que sus chicos aprendan a leer y a escribir. Es muy frustrante para los docentes ver que los chicos no aprenden. Pero no es un problema de los docentes, no es que ellos no quieran enseñar; no los han capacitado. Y en muchos casos ni siquiera los dejan cambiar, que es lo que sucede en la provincia de Buenos Aires.

— Claro, porque hay una vigilancia, no sea cosa que...

— Hay una vigilancia. No vayan a usar un sistema que permita que los chicos aprendan a leer y escribir.

— Es increíble.

— Es inconcebible en un país que se supone que es democrático. Que además debe garantizar la enseñanza de la lectura y la escritura.

— Ahora bien, este tipo de políticas necesitan continuidad en el tiempo. ¿Hay riesgo de que con el cambio de gestión en San Luis se frene el programa?

— Bueno, quiero explicar un poco más la experiencia de San Luis porque realmente estoy enamorada (risas), enamorada del proyecto. Enamorada de los referentes. Los referentes van todas las semanas a las escuelas a ver qué necesitan los docentes. A ayudarlos a implementar esta nueva metodología, las planificaciones que les enviamos, a reformular esas planificaciones, a ir ajustando… Todas las semanas nos reunimos con los referentes, y ellos nos dicen qué sucede en las aulas. Qué necesitan los docentes. Porque cada quince días nos reunimos con los docentes y hacemos capacitación y repaso y trabajo con los materiales para facilitar las prácticas docentes. Ese ida y vuelta constante a mí me permite saber qué es lo que pasa en las escuelas de San Luis. Qué necesitan. Cómo están avanzando. Como esta ida y vuelta comenzó en marzo ya tenemos un panorama muy claro de lo que sucede en las escuelas.

— De los resultados.

— De los resultados. Al principio a los docentes les costó. Les costó cambiar por supuesto. Pero a medida que se iban capacitando iban implementando nuevas actividades en el aula. Hoy ya los docentes inclusive están creando ellos mismos nuevas actividades. Les enseñamos por ejemplo cómo trabajar con los textos para que los chicos desarrollen estrategias de comprensión a través de la lectura dialógica interactiva. Ahora ya hay docentes que toman otros textos y que pueden elaborar esa lectura dialógica. Pero lo que es importantísimo es el acompañamiento. No se les tiró a los docentes una nueva metodología y se los abandonó. No, se los acompaña a través de los referentes. Y nosotros podemos decir ya cómo están avanzando los chicos. Ellos ya nos dicen que hay chicos que están leyendo. Que están leyendo palabras, que están leyendo oraciones, que están escribiendo. Es decir, los cambios ya hoy los estamos viendo.

— ¿Cómo se le da continuidad a eso?

— Lo que es muy importante en San Luis es que estos 110 referentes implican capacidad instalada. Están altamente capacitados. Participan y van a participar hasta fin de año de todas las capacitaciones, porque nos reunimos con ellos todas las semanas y además se suman a la capacitación que hacemos con los docentes. Esa capacidad instalada, que no la tiene ninguna otra provincia, debe ser aprovechada.

— Más allá del color político de quien gobierna.

— Más allá del color político. Por eso he solicitado una entrevista al gobernador electo, al señor (Claudio) Poggi, para explicarle cómo se está trabajando en San Luis porque el trabajo que se está haciendo es realmente muy importante. Además, como estamos trabajando desde jardín hasta 3er grado, nos encontramos aún en 3er grado con chicos que no leían ni escribían y que ahora están avanzando.

— Sería importante que todos los candidatos, sobre todo los que firmaron el compromiso de alfabetización, conozcan esta experiencia y entiendan qué hay que hacer exactamente. Porque no basta con decir que la educación es prioritaria. ¿Cuántos de ellos son conscientes de cuál es el problema? ¿O cuál la solución?

— Pero además, por otro lado, está este absurdo de la Argentina. Tiene una institución como el CONICET, que genera conocimiento, que tiene equipos, yo soy investigadora del CONICET y en mi equipo hay otros que también lo son, y hay también docentes, porque necesitamos la mirada del aula. Pero todo ese conocimiento que se ha generado queda aislado. Queda en las revistas científicas. No llega al aula. Por eso yo decidí no seguir firmando contrato con CONICET y dedicarme a llevar al aula todas las investigaciones que había realizado durante 50 años para cambiar la enseñanza. No podemos seguir fabricando analfabetos.

— ¿Hay otros distritos que estén considerando estos temas?

— Ahora también se sumó Corrientes. Estamos empezando a trabajar en forma sistemática con los docentes de esa provincia, y vemos mucho compromiso docente. En San Luis ya el programa funciona muy bien. Pero ¿por qué? Vuelvo a repetir: por el diseño del proyecto. Por el acompañamiento que tienen los docentes. Que después de un año de acompañamiento ya van a trabajar en forma autónoma porque se habrán apropiado del programa y de esta otra manera de trabajar. Además quiero recalcar algo, no inventamos un programa, son los programas que se elaboran y aplican en el mundo. Seguimos la misma línea. Lo que incorporamos son los avances de la psicología cognitiva y de las neurociencias para llevarlas a las actividades que se realizan en el aula. Es muy interesante ver cómo los docentes están recreando el programa, lo están enriqueciendo con sus prácticas. Eso es lo que realmente me entusiasma muchísimo.

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